Para empezar, el sábado volví a echar pachanga, lo que me dejó lastrado para el resto de semana.
Para despertar, un lunes con agujetas, y visita a la piscina, muy despacito, pero cada esfuerzo suma.
El martes, zapatillas, mejorando los tiempos del primer día y tan solo unos segundos peor que el jueves anterior.
Miércoles, vuelta a la divertidísima piscina, bueno, una fiesta largo tras largo, ya empiezo a plantearme alternativas, cuando acabe los baños contratados, posiblemente empecemos con la calistenia.
Jueves, el peor de todos los días, después de una semana arrastrándome por la agujetas del fútbol y no recuperar por dormir menos horas de las necesarias, salgo a correr sin motivación y tras 3 km de calentamiento, posiblemente por causa de deshidratación, empiezo a sentir mareo y nauseas, por lo que el entrenamiento se acaba en ese momento, sigo caminando hasta llegar a casa, y una vez recuperado, vuelvo al trote cochinero, hasta conseguir llegar a casi 9 km.
El viernes, el cuerpo me pedía descanso, así que se lo di.
El sábado, tras la motivación de la etapa de la vuelta, me visto de ciclista y saco la bici de montaña, en plan tranquilo, que bien sienta el ejercicio cuando sales a disfrutar de él.
Este es el resumen de la salida, sin prisa pero sin pausa y con rachas de viento bastante desagradables.
Después de todo esto, el peso del viernes, volvió a ser de 97 kilos, posiblemente, por retención de líquidos, después del fin de semana, vi un 96 kg en la báscula, espero que se confirme el próximo viernes por la mañana.
Aquí dejo el informe de la semana.
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